En la ladera del monte
Intzartzu
(Aralar), mirando alineados al
Auza Gaztelu y
Txindoki, casi a la
misma altura de
Troskaeta y a unos 500 metros de esta, se encuentra
esta sima-cueva de cuento de
Hadas :
Intzartzuko Leizea. La boca de
acceso, sorprendente, nos hace esperar la salida de un
gnomo o
personaje de cuento; Un círculo perfecto, que permite pasar a una
persona ligeramente agachada, enmarcado en piedra y abrazado por las
raíces de una gran Aya, nos anuncia que lo que dentro se oculta no
es habitual. Efectivamente, más haya de la boca de acceso nos
encontramos con un desarrollo ( 80 metros de desnivel y 145 de
desarrollo según el
catálogo del 2003 de Aranzadi, que una vez más
se me antoja muy inexacto. El desarrollo es mucho mayor, más de el
doble calculo...seguramente solo han computado hasta la primera sala)
lleno de grandes sorpresas, pocitas de aguas cristalinas de color
esmeralda, estalagmitas antropomorfas, estalagtitas con forma de
medusa, paredes profusamente decoradas con excéntricas de formas
imposibles, formaciones abotonadas en el suelo, gours, coladas de
coloraciones llamativas... un sinfín de motivos para calificar a
Intzartzuko Leizea de auténtica maravilla.
De su alucinante
acceso un pasillo desciende suavemente, para retorcerse en meandro
que nos lleva a la necesaria (por prudencia, porque es posible pasar
sin ella) instalación de un pasamanos que deja bajo nuestros pies
una caída de varios metros. La cueva está instalada, tiene los
spits necesarios e incluso sus chapas, pero ojo... no todos sobre las
seguras calizas
urgonianas, algunos, no ha quedado más remedio,
están instalados en las paredes colmatadas sin llegar a la caliza
madre y requiere un paso sigiloso para evitar posibles sustos (algún
spit ha saltado con su correspondiente trozo de colada). Del
pasamanos, un par de resaltes (que algunos suben y bajan sin instalar
cuerda) nos llevan a una gran sala,
la Sala de la Virgen me atrevo a
bautizar, ya que en medio de ella una estalagmita de considerable
tamaño, antropomorfa (que recuerda a una virgen) nos espera, y a su
izquierda una gran colada de tonos cambiantes y multitud de
hermosísimas formaciones. A la derecha dos pequeñas pozas de aguas
esmeraldas, y la gatera, diminuta, que nos muestra el recorrido a
continuar. Esta se abre a una pequeña sala con gours y una colada de
increíble tono verde (seguramente por colmatarse con la filtración
de alguna pequeña beta de mineral con cobre) que recuerda al
blandiblú o a un
moco gigante, para mí
“la Sala del Moco”.
También hay paredes manchadas con puntos azules... más filtración
de cobre. Tras los
gours, con un pasamanos que nos deja dos pozos
bajo nuestros pies y requieren prudencia, nos conduce a otro des
trepe que deja a la derecha otra poza de aguas puras con bellas
formaciones. Avanzamos ya sin dificultad hasta llegar a la última
sala donde finaliza
Intzartzuko. Paredes, suelos y techos
profusamente decorados con formaciones de todo tipo, cada cual más
sorprendente, desde una finísima columna peluda, aragonitos
inverosímiles, columnas, estalactitas con forma de medusas gigantes,
estalagmitas antropomorfas, columnas, coladas de gran belleza,
excéntricas de todos los tamaños y formas... Y, lamentablemente, al
final de la sala, algún personaje, que debe esconder
un gran
excremento bajo su cráneo, ha realizado
pintadas en naranja y con
gran trazo de brocha, dejando los nombres de aquellos a los que, no
les quede la menor duda, se les recordará por muchos con un montón
de merecidos adjetivos calificativos nada agradables durante las
generaciones que esta aberración sea visible, que serán muchas...
Que triste que algo tan hermoso termine así por algún descerebrado.
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