18.10.16

Tumulo Etrusco de Mucellena

La Toscana debe su nombre a los etruscos que se asentaron en Italia central (centro de Italia, entre los ríos Tíber y Arno)  alrededor del siglo VIII antes de Cristo. Se sabe poco de ellos, salvo a través de algunos testimonios romanos (lo reyes romanos tarquinos eran de echo etruscos) y la mayoría de objetos que han sobrevivido  son funerarios. Pobladores de la antigua Etruria (que los griegos llamaban tirrenos), probablemente descendían de los pelasgos. Llegaron de Asia menor trayendo el ciprés a la Toscana. Tenían costumbres avanzadas, con relativa igualdad de sexos y excelente ingeniería (enseñando, por ejemplo, a romanos el sistema de regadío). Comerciaban con griegos del sur de Italia adoptando su alfabeto e influenciándose de su cerámica. Sus 12 grandes ciudades formaban una cambiante confederación llamada Dodecápolis. En el siglo III a.C. los romanos iniciaron la conquista de Etruria, reemplazando las ciudades de montaña etruscas por calzadas y campamentos romanos.
De lo poco que ha pervivido de esta cultura son sus tumbas, mejor conservadas al haber sido construidas en piedra. Generalmente se ubicaban en las afueras de las murallas de sus ciudades. Existe una clasificación de la arquitectura funeraria etrusca distinguiendo tres tipos de necrópolis o catacumbas: hipogeos, edículos y túmulos cubiertos por una falsa cúpula o bóveda, que son los más conocidos. Los túmulos deben su nombre al hecho de que, una vez ejecutada la sepultura, se cubría con una pila de tierra, con el fin de crear una especie de colina artificial. Cada una de estas tumbas se articula, como los hipogeos, en diversas cámaras sepulcrales de dimensiones proporcionales a la riqueza y notoriedad del difunto o su familia. Generalmente eran de planta circular. Para la religión etrusca, el hombre, ser débil e insignificante en vida, en el más allá necesita un ambiente familiar en el que transcurra la vida después de la muerte, junto con sus objetos personales. Esto explica el cuidado con el que se construían las necrópolis, el hecho de que la pintura de este pueblo sea casi exclusivamente funeraria y que en las tumbas se hayan encontrado ricos ajuares, algunos de ellos provenientes de las colonias griegas del sur de Italia. Las paredes de las necrópolis se pintaban con vivos colores que contrastaban con la oscuridad, símbolo de la muerte espiritual.

El túmulo de Mucellena se encuentra en las laderas del monte Maggio, cercano a la ciudad etrusca de Mucellena. Único en el tipo de estructura que contiene se encuentra escondido en un bosque y nunca ha sido objeto de una amplia investigación arqueológica.









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